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88 llIISIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS y más particularmente en el de Villarrica, qüe está siem– pre á su vista, cuyas erupciones casi continuas, debi eron hacer creer á los pobres indígenas q~1e era el ni do ó guarida de todos los diablos ; por eso aún en el día mi– ran con fanático respeto su cima nevada , que domina toda la Araucanía y se distingue desde el mar á muchas millas. La lengua que hablan los araucanos es, á diferencia de otros idiomas salvajes, inculta pero armoniosa , compren– siva y muy significativa. La diferencia de idioma fué una dificultad no pequefia para su evangelización, hoy apenas apreciable en los lu– gares y reducciones civilizadas ó semicivilizadas y que tienen más contacto y comunicación con los europeos; con todo, los Capuchinos se aplicaron y aplican á apren– derla y lo consiguen con relativa facilidad, gracias á algu– nos estudios filol ógicos que sobre ella han hecho en diferentes épocas y de los cuales nos ocuparemos más adelante. El modo como los araucanos contraen matrimonio • tutag-llen», es también característico. Por de pronto hay que saber que entre estos salva– jes está arraigada la poligamia tan hondamente, q ue en todos los tiempos ha sido un obstáculo invencible para la propagación del Evangelio entre ellos ; y es verdadera– mente lamentable que los Gobiernos de la República, tan interesados en civilizar este resto de los antiguos natura– les chilenos, no hagan objeto de una ley para los indíge– nas la monogamia, habiendo legislado sobre el matrimo– nio de los cristianos, aun en lo que no era de su incum– bencia. Entre los araucanos es un deshonor no tener más de

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