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86 lllhlONES DE LOS PP . CAPUCHINOS Tocia esta sopo rífera relación tiene su po::¡ui to ele solfa y entonación peculiar . Comienza el in.Jio en voz baja, que vá poco á poco elevándose, has ta concluir con un grito cadencioso, se– mejan te al eco de una voz lej;rna. Cuando nu es t rn relatante ln co n,;umiclo en esta ga ma asce ndente tres ó cuatro períodos , marca el cambio ele asunto comenzan do ele nu evo la escala, y pregunt ,t al p,itró1t po r su salud, la de los suyo-; y la d e sus anima– les; c01:cluyendo, po r fin , en la m isma cantinela, qu e tl patró1t debe imita r rigurosamente en su respuesta , en señal de atenci ón y ag t"adec imi e nto; mas no antes ele ha berse levantado de su ac;iento y abrazado al visitante, con quien hace n lo propio todo ;; lo s hombr es el e la cac;a, y las muje res u na inclinació n de cabeza . Este e s el momento del banquete, pues los araucanos , tanto co rn o ladrones, so n g·enerosos y nadie sale d e su casa, siendo amigo, sin parti cipar de su mesa ; pero en los diálogos p rimeros tercia el con sJb¡c!o intérprete, del cual no se prescinde , sin o en raros casos, en el precis o momento del saludo y expos ició n del mo ti vo ele la Yisita. Vaya juzgando el lector qué tal sent1rá esta pueril etiqueta e n un mision ero que ha caminado leguas y le– guas á caballo, para \·er de implantar un altar, donde se ad ore al vercladern Dio s , si endo muchas veces infrn c t uo – sas tantas molestias. El vestido lal7t!we cid a ra ucano es por demás simple y modesto ; el de los homb re s con,;iste en una espec ie ele capa ó manto largo ele lana d e varios colores chanza! con que se envuelven m uy ajustacL1m ~ntc: y suj e to por una apretada faja de lana; recoge n luego las puntas que

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