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82 aviso a las demás parcialidades amigas, o sean a las de la misma casta. Junto a la hamaca donde está el difunto, y encima de ella, colo– can otras tres o más hamacas, que ocupan los parientes más cerca– nos; los demás indios invitados, a medida que van llegando, se van colocando en torno del cadáver, las indias, en primera fila, acurru– cadas en tierra; los indios, en segunda y de pie. Cuando el cuerpo está amortajado en la forma indicada, comienza el lloro y el duelo, para lo cual se cubren el rostro, las indias con grandes pañuelos, y los indios con las mantas que usan de vestido. ürupo de indios ~ UiljJros con dos n1isJoneros . Este duelo y lloro dura semanas enteras, y hasta meses. Cuando el duelo se prolonga mucho, para evitar la fetidez del ca– dáver suelen envolver el cuerpo del muerto dentro del cuero fresco de las reses sacrificadas, y lo cosen para poderlo conservar y seguir el duelo. Otras veces se le entierra con todo el envoltorio de man– tas, provisionalmente, en su mismo rancho, y encima de su sepultura se continúa el lloro. Junto al cadáver, en la sepultura, acostumbran a poner varios recipientes con mazamorra, chicha, leche, y también botellas con ron y otros licores, para que tenga con qué alimen– tarse en el viaje a la otra vida. Igualmente entierran con él las pren– das de su uso personal, como silla de montar, tazas, totumas, ani– llos, brazaletes, etc. Durante el duelo no se hace otra cosa que comer y beber, aca– bando por emborracharse todos. La familia del difunto no puede comer de la carne de las reses que matan para comer los demás, porque comer esta carne equivaldría a comer la carne y la sangre de la propia casta. El duelo dura hasta el entierro definitivo, pues
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