BCCCAP000000000000000000000198

75 a ser graduado. Allí, en su encierro, se le da un asiento especial de madera, en forma de cabalgadura, y se le cuelga un chinchorro para que pueda descansar cuando le entre el sueño. Durante el 1iempo del encierro, que dura uno o dos meses, se le da a comer conejo guisado y chicha mascada y fermentada, en la cantidad que desea y su estómago pueda resistir. Con esto llega al estado de embriaguez, y comienza a ver cabe sí los espíritus que le van a invadir, de quienes depende la virtud de curar que después ha de tener. La mayor parte del día .la .ha de pasar mascando manilla, o sea una pasta hecha con panela y tabaco fermentado. Cuando el nuevo piache está ya posesionado de los espíritus, avisa que su encierro ha llegado a su fin . Entonces se le monta en un buen caballo, y los demás se proveen de buenas bestias, y todos monta– dos corren a la orilla del mar, aunque esté lejos, y con esta corre– ría queda graduado el nuevo piache, y reconocido para poder curar y ser consultado en multitud de ocasiones. Hay piaches que son también adivinos y tienen, según afirman, la virtud de descubrir lo oculto, presente y futuro. El medio de que se sirven para vaticinar, es el siguiente: toman un palo encendido de madera que haga humo, lo dirigen a los cuatro puntos cardina– les, arriba y abajo, y según la dirección que toma el humo y las figuras que describe, el adivino satisface a cuantas preguntas se le hagan. Para ser adivino basta haber soñado que lo es, y referir a sus allegados el sueño en que el espíritu le comunicó este don. Y basta que el indio así lo diga, para que los demás lo crean. Entre los guajiros existe la creencia que existen dos espíritus: uno bueno, llamado «Mareigua», y otro malo, que se llama «Gua– nurú». El «Mareigua», como es bueno, no le temen ni le hacen caso. Hay dos «Guanurús», uno rico y otro pobre. El rico hace poco caso de los indios y de los «auri-jonas» (civilizados), pues como tiene para comer y divertirse, no quiere hacer mal a los indios ni a los civilizados. No se porta así el «Guanurú» pobre, el cual es muy malo; se mete en el cuerpo de los niños y de los jóvenes, los mata y los vende y comercia con ellos. Cuando alguno enferma, es que el «Guanurú» ha entrado en su cuerpo, necesitándose ya la intervención del piache. Todos ·1os piaches no son a propósito para alejar al «Guanurú>;; precisa, pues, consultar al adivino, el cual indica el piache más a propósito. El enfermo no sanará mientras el «Guanurú» no se aleje. Lle– gado el piache, comienza por aislar al enfermo, construyendo, para

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz