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48 deben dejarse exclusivamente a cargo de cada Prelado, a fln de que ellos se procuren los misioneros que juzguen convenientes; pues no hay duda que así serán debidamente atendidas y remedia– das con prontitud sus necesidades. Sometidas a un Superior Gene– ral de Misiones en la República, son grandes las dificultades que se presentan y no menos tardía la acción para procurarles cuanto ellas demandan. »La necesidad de que sean erigidos en Territorios Nacionales aquellos en donde haya aborígenes, es fuera de toda duda, porque no es posible estar sometidos a las leyes generales de la Repú– blica; mas ésta es determinación de la facultad de organizar los Territorios de acuerdo con los hábitos y las costumbres de los aborígenes, y con el propósito de ci vilizarlos, atendiendo a las inclinaciones que a este respecto se hicieren por el Superior de la Misión. Dar una misma legislación para todos los Territorios, y expedir unos mismos decretos, sería destruir en parte la obra civi– lizadora. Juzgo, pues, de urgente necesidad se solicite del próximo Congreso el establecimiento de los Territorios Nacionales, donde deben establecerse colonias agrícolas a cargo de los mismos mi– sioneros. Llamo la atención sobre el nombramiento de Capitanes a los caciques de las diferentes familias de la Guajira. »Al terminar este informe, creo imprescindible tomarme la libertad de llamar la atención de S. S. a la necesidad de proteger a los pobres indígenas contra las depredaciones y atropellos de los «civilizados», pues en todo caso abusan de la ignorancia de aqué– llos, contando a veces con la fuerza de que dispone la autoridad: por eso juzgo conveniente que en todos los Territorios haya un Protector de las Misiones, o mejor dicho, de los aborígenes. »Ojalá que mis apreciaciones puedan servir de algo en el noble propósito que guía al Gobierno en la civilización de los desgracia– dos que habitan los bosques, sumergidos en la ignorancia». Por este escrito bien se ve el espíritu de caridad que anima a este Prelado y su acendrado amor a los pobres y desgraciados indios . Clama al cielo el abuso que cometen los «ci vilizados» con los pobres indios, y es que se repite la historia de otros tiempos ; siempre han sido los «ci vilizados» los que han maltratado al indio; las persecuciones que en la otra etapa sufrieron los misioneros, no reconocen otra causa que el haber defendido al indio contra las rapacerías de los blancos ; no es extraño, pues, que los indios repugnen la ci vilización al ver y sufrir la tiranía de los «civi – li zados».
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