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42 «Tuve la satisfacción--dice-de ver los adelantos que han hecho algunos indios, cuando estuve en la ranchería de Guama– chal, acompañando al Ilustrísimo señor Romero en su Visita Pas– toral. Viejos, jóvenes y niños de ambos sexos demuestran gran deseo por asemejarse a nosotros (los españoles, como suelen lla– marnos), y por eso es de esperar que dentro de poco tiempo el fruto de la conquista será abundante y bien sazonado. »Voy a permitirme referir el modo cómo recibieron los indios al Ilustrísimo señor Obispo, y cuál fué el comportamiento que guar– daron durante el tiempo que éste permaneció entre ellos. »Cuando todavía faltaba un reg·ular trayecto para llegar a la ranchería, oímos a lo lejos el ruido de varios tambores, tocados con alguna agitación : eran los indios que se adelantaban con su música-compuesta de tambores nada más-a esperar y saludar al Prelado. Una vez que llegamos a ellos, todos le hicieron un movi– miento de cabeza y marchai·on adelante. Al llegar a la ranchería encontramos otro resto de indios, los cuales, junto con los que iban con nosotros, se arrodillaron al ver al Prelado, que en ese momento les bendijo . »Pocos momentos después de la llegada pasamos a la capilla, en donde S. S. l. administró el Sacramento de la Confirmación a muchos indios que de antemano habían preparado los misioneros. Terminado el acto, entonó el R. P . Esteban de Uterga, Presidente de aquella casa, la Sal ve Regina, y concluida ésta, les habló en su dialecto, haciéndoles saber con qué objeto se encontraba el Pre– lado entre ellos y cuáles eran los bienes espirituales que sus almas habían ganado en ese día recibiendo tan aug-usto Sacramento. Se concluyó aquel acto con la bendición que dió el Prelado, la que recibieron todos de rodillas. »Pasamos en seguida a visitar la escuela. Alli examinó el R. P. Esteban, de Lectura , Doctrina Cristiana y nociones de Arit– mética, y contestaron muy bien a lo que se les preguntó. La mayor parte de estos indios son de comprensión muy obtusa, por lo cual tienen los misioneros que trabajar mucho para enseñarles algo de nuestro idioma. Muy complacido se mostró el Prelado al ver este adelanto en aquellos seres por quienes tanto ha trabajado para labrar su felicidad . »Pasamos a almorzar, y una vez que nos habíamos puesto a la mesa, el R. P . Esteban, con la venia del Ilmo. Sr. Obispo, invitó a dos de las indias que había allí a que nos acompañaran, quienes con no mucho esfuerzo aceptaron la invitación y pasaron a ocupar
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