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318 gran desconsuelo y amar¡;ra tristeza y en situación difícil de susti– tuirle. M. R. P. José M/ 1 de Valdeviejas Este religioso fué el primer Custodio que tuvo la Misión, hombre de gran valía y de fundadas esperanzas para la misma. Murió en la Sierrita (Nevada) el 17 de abril de 1891. Produjo su muerte el «envenenamiento» que le propinaron los indios arhuacos. Este Padre era sumamente versado en las Misiones, de gran pru– dencia y activo celo, infatigable en los trabajos de su ministerio; era frugal y moderado en todo, benigno y afable con todos; dió pruebas de su entrañable amor a los indios, fué leal amigo, y por eso su memoria será de grande edificación para todos aquellos que le conocieron. Contaba 47 años de edad. Sus restos recibieron cristiana sepultura en San Juan de César, adonde le trasladó el Rvdo. Sr. Cura. Este inesperado golpe trastornó el orden y con– cierto de la Misión; pero ante el vacío que dejaba el P. Valdeviejas, los misioneros, sin desmayar en sus propósitos, resolvieron la si– tuación lo mejor que pudieron hasta la llegada del nuevo Custodio. R. P. lldefonso de Llanera Este misionero, sencillo, fervoroso y devotísimo de la Reina de los cielos, víctima de la «peste fiebre amarilla», murió en Mara– caibo, adonde fué a predicar unos ejercicios espirituales a las Reli– giosas Paúles del Hospital. Murió el 30 de mayo de 1899, y sus venerables restos fueron sepultados en la iglesia del Iiospital. R. P. Gil de Benaguacil La «fieb re amarilla» arrebató de esta vida a este joven misio– nero, que sólo contaba 25 años de edad y dos de misionero . Su muerte constituyó una muy do lo rosa pérdida para la Misión, que veía en él un celoso misionero y pregonero de la verdad . Murió en Barranquilla el 4 de diciembre de 1899. R. P. Angel de Gata Otra víctima de la «fiebre amarilla» es este joven m1s1onero, que acabó sus días en Santa Marta, el 29 ele diciembre de 1899, asistido por el limo. Sr. Obispo Dr. D. Rafael Celedón. Su carác-

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