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15 sario formar la juventud en el santo temor de Dios y proteger las vocaciones para que la Iglesia no carezca de ministros, ni falten quienes propaguen la civilización cristiana entre los desgraciados que viven en las tinieblas de la ignorancia. Cuente S. R. con que no dejaré de ayudarle en el fin que se ha propuesto de educar a los niños que se preparan para el noviciado, y a la verdad que las fotografías que de ellos he recibido, a la vez que simpáticas, dejan traslucir las esperanzas de que sean más tarde dignos operarios en la viña del Señor. »Que la Divina Pastora vele siempre por la estabilidad y pro– greso de la Orden de Capuchinos, que tanto brillo y lustre ha dado al Catolicismo con las virtudes y ciencias que le distinguen.-De S. R. muy atento servidor y Capellán, t José, Obispo de Santa Marta». A fin de obtener recursos para facilitar la venida de los misio– neros, el devoto Prelado se dirigió al Presidente de la República implorando algún donativo para dicho fin, para lo cual le dirigió la carta siguiente: «Excelentísimo señor Presidente de la República, General don José Campo Serrano.-Bogotá.-Excelentísimo señor: A todos los colombianos les consta que desde que fuí elevado a la dignidad episcopal y puesto al frente de esta grey como Pastor, no he cesado de trabajar para que conozcan el Santo Evangelio las tri– bus indígenas que vagan en el Norte de la Diócesis. Asistido por Dios, he hecho cuanto la voz de mi conciencia me ha dicho que era conveniente y necesario; pero tal vez mi escasa inteligencia, los medios que he empleado, no han dado el efecto que deseo. Sin embargo, no desmayo en la empresa de cristianizar aquellas tribus; por eso, ayudado del Excmo. Sr. Delegado Apostólico, que ha prestado a la Misión exquisita atención, he conseguido seis misio– neros Capuchinos de la casa de Madrid. »Yo veo, Excelentísimo señor, que estos Padres pueden con– seguir la civilización de los indígenas de la Guajira y la Nevada, por el ardiente celo cristiano que siempre los ha distinguido; no quiero desperdiciar este medio que la Providencia me presenta para testificar mi fe cristiana y mi amor a la República; porque con el conocimiento de Dios y la moral de Nuestro Señor Jesucristo, los indios vendrán a ser ciudadanos probos. Pero, Excelentísimo señor, no tengo un centavo ·de que disponer para la venida de los Padres y precisos gastos para el establecimiento de las Misiones; y en esta situación, ¿por qué no recurrir al primer Magistrado de mi
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