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91 trata allí, parece ser que el «Mama» les habla de un ser misterioso que ellos esperan, que les ha de traer muchas riquezas y los ha de hacer muy felices. Si durante la conferencia alguno se duerme, lo echan fuera para que Dios le castigue. El «Mama» es, entre los indios arhuacos, una especie de sa– cerdote, alcalde y médico. Tan respetado es el «Mama», que ningún indio se atreve a hacer nada sin consultarle; de aquí que el «Mama» ejerza sobre estos indios una autoridad especial, a cuyos mandatos no ponen dificultad alguna. El oficio del «Mama» no se hereda; cada uno puede ser «Mama», con tal que se somera a un duro aprendizaje . Cuando uno quiere ser «Mama» visita todos los días al «Mama>>, y éste le instruye, le enseña y le revela todo lo con– cerniente al cargo que ha de desempeñar. El aprendiz tiene obli– gación gravísima de guardar secreto de todo lo que se le revela y enseña. Durante el aprendizaje no puede comer alimento alguno que contenga sal, ni puede llevar pantalón ; si falta a alguna de estas cosas, Dios no le infunde el espíritu de «Mama», y todo lo que se le ha enseñado se le olv ida. El tiempo del aprendizaje dura más o menos, según la capacidad del aprendiz. Una vez ya ins– truido, sin otras ceremonias, queda constituido «Mama», y, desde luego, todos le consideran como a tal; pero no puede ejercer el cargo hasta recibit· el permiso del maestro «Mama», el cual no suele dárselo sino cuando él está enfermo o sale del pueblo. A la muerte del «Mama» viejo sucede el nuevo. El «Mama» se atribuye facultades especiales, como la de bau– tizar, casar y confesar; y de hecho, cuando en el pueblo no hay Padre misionero, el «Mama» confiesa a los del pueblo, pero sólo en caso de enfermedad grave o en peligro de muerte. Cuando el misionero casa, luego el «Mama» vuelve a celebrar la unión de los consortes, a quienes «remedia». De la misma suerte, cuando el misionero bautiza a un niño, después el «Mama» lo lleva al río y allí lo lava desde los pies a la cabeza, y esto es el bau– tismo que le administra. A estos indios, lo mismo que al «Mama», les son simpáticas las funciones del culto católico; asisten al sacrificio de la Misa y no separan la vista del altar.

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