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Los religiosos, según cuenta el cronista, tenian un «magno plan». Pero fueron tan apremiantes las llamadas de la gente que se vieron precisados a acomodar los sótanos de la capilla para montar dos aulas. El cronista describe así este hecho: «La apertura de la Escuela, además de ser algo improvisado, fue también imprevisto para los mismos padres que, en un principio, al inaugurarse la casa, no pensaron en una escuela provisional, pero ante la súplica in– sistente de muchlsimas madres que reclamaban instrucción para sus pe– quellos, se vieron en la precisión de dar al problema una solución, por el momento muy imperfecta, pero urgente y necesaria, hasta que no pu– diera llevarse a cabo el magno plan de las escuelas definitivas, parte esencialisima en los proyectos de nuestra fundación.» (Crónica, pág. 15.) La escuela comenzó con 100 alumnos. En 1933 eran 120 alumnos, nú– mero que se mantendrá hasta su transformación en escuela patronal. Los alumnos provenlan de familias sencillas. El colegio les ofrecla una educa– ción esmerada. Al mismo tiempo les resolvia el problema de la comida, ya que junto a las aulas funcionaba el comedor. La Crónica del convento no sigue la vida de la escuela, que desaparece en la rutina de todos los dlas. Generalmente cuando el cronista se refiere a ella es para destacar determinadas actividades externas, ajenas propia– mente a la dinámica docente: formación de escolanía, participación de ca– tequesis, comuniones generales, piedad de los niños, procesiones del barrio (Corpus, Sagrado Corazón, etc.) La escuela desarrollaba su actividad con una autonomía clara. Había un religioso encargado, pero sin coordinar las actividades docentes. Ense– í'laba la religión y atendía el bien espiritual de los alumnos. Entre los religiosos más vinculados a la escuela en esta primera época hay que destacar al P. Cristóbal de Eraul, fundador de la escolanía, y a Fr. Lorenzo de Híjar. También es obligatorio dejar constancia de los nom– bres de dos profesores que han dedicado su vida a nuestro centro: don Clemente Colón, fallecido en 1975, después de 45 aí'los de maestro entre nosotros, y don Ricardo Merenciano, maestro en nuestro centro desde 1945. La escuela no es nunca exclusivamente un centro de enseñanza. Forma al hombre en su totalidad. Los promotores de centros privados persiguen, a través de la escuela, una serie de objetivos. Es decir, la escuela no es unifuncional, sino multifuncional. Entre las funciones que cumplía la es– cuela de San Antonio conviene destacar las siguientes: a) Función formativa. No se trataba solamente de impartirles conoci– mientos y de administrarles información, sino de hacerlos hombres, de 86

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