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Solicitan el permiso y se les cede la capilla de san Francisco de Paula, en donde en adelante se tendrá todos los domingos una misa con homilía, se podrá dar el catecismo al resguardo del mal tiempo, predicándose en la cuaresma una tanda de Ejercicios. Celebran con regocijo religioso la Nochebuena y reciben los habitantes de las cuevas en ese dla como signo de fraternidad su aguinaldo. Aparte de esta labor catequética, se realiza con los habitantes de las cuevas una intensa labor de caridad y de asistencia social. ((Se les sif\'e -puntualiza la Memoria de 1950- en sus necesidades, 1al como arreglo de cartillas de abastecimiento, seguros sociales, ingresos en hospital, colegios, comedores, colocaciones, rcconocimien10 de hijos ante Notario, avales en tiendas de racionamiento, peticiones de documentos matrimoniales, bautizos, etc...» En la Memoria de 1952 se enumeran los donativos distribuidos en Na- vidad. «En la pasada campana de Navidad, se les dis1ribuyeron sesenta mantas nuevas, prendas de vestir expresamente compradas para ellos, 12 pares de calzados y cuatro docenas y media de calcetines. También se les hizo e.ntrega de 60 bolsas de comestibles que con1enían legumbres, bacalao, turrón, naranjas, frutas secas, pan, galle1as y dulces. Además de estas bolsas, se les entregaron bonos para lena y carbón y a los hombres se les repartió tabaco.» Esta vocalía de cuevas duró desde 1949 hasta 1956 en que dejó de fun – cionar al erigirse, cercana a las Graveras, la parroquia de la Paz. En la Memoria de 1956 se nos cuenta la muerte de esta vocalla que tanto esplritu de sacrificio y entusiasmo derrochó en este sector, el más pobre, desamparado y marginado de Zaragoza. 66 «Esta vocalía que en su principio fue heroica por la indiferencia de aque– lla gente, alcanzó el allo pasado su máximo desarrollo, gracias al incan– sable Director, P . Hermenegildo de Fustillana, que ni en los crudos días de febrero, ni las lluvias torrenciales de primavera, ni los calores del ve– rano eran obstáculo para llegar a las cuevas los domingos y días festivos por la mai\ana para decir la misa y después enscl\arles el catecismo, tanto a mayores como a pequellos, mujeres y hombres, hasta que a mediados de ano, cuando a principios de julio comenzó a funcionar la parroquia de la Paz, no por amor propio sino con el íin de que el párroco tuviera més inOuencia y més importancia entre sus habitantes, dejamos de asistir hasta que no fuéramos llamados ex profeso para ello.»

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