BCCCAP000000000000000000000197

cuantos se relacionaban con ellas. buscando alivio para sus dolencias. formación y orientación para sus espíritus. Los misioneros que les han visto actuar se hacen elogios del sacrificio constante, de la entrega generosa de las hermanas y afloran aquellos días en que se llevaba un trabajo pastoral conjunto y eficaz. Todas las regiones ecuatorianas - costa, sierra y selva- han sido esce– nario de la labor de las misioneras. Pifo, Playas, Nuevo Rocafuerte, Quito, Gualea, Nanegalito, Las Pampas son pueblos y comunidades que guardan un recuerdo y gratitud imborrables de las «hermanitas» 0 «ma– drecitas» que dejaron por allá los mejores anos de su juventud. En el estrecho margen de este trabajo, sirvan al menos estas líneas para dejar siquiera una mínima constancia del esplendor misionero que vivió la Orden Tercera Franciscana de Zaragoza en las hermanas de la AMF. La historia de la actividad misionera de la AMF en Ecuador, la ayuda que en todo momento desde aquí se les proporcionaba, merece escribirse con letras de oro, para reconocer el esfuerzo de estas mujeres que acompa– llaron a los capuchinos en la tarea de evangelización. El apostolado de caridad ha sido, sobre todo de 1948 a 1968, uno de los apostolados que con más entusiasmo han practicado los terciarios. Durante estos anos, para atender a las necesidades de pobres y enfermos. se establecieron las siguientes vocalías: vocallas de enfermos del hospital, vocalía de enfermos terciarios, vocalía de enfermos a domicilio no tercia– rios y vocalla de cuevas de las Graveras. En 1949 nace la vocalía de enfermos infecciosos del hospital Ntra. Sra. de <.iracia. Desde entom:es. un grupo de hermano~ y hermanas continúa visitando, a excepción de los meses de verano, a los enfermos de varias salas, todos los sábados desde las cinco de la tarde. Rezadas unas ora– ciones en la capilla del hospital, van a las salas respectivas y cumplen su misión caritativa, conversando con los enfermos, consolándolos y propor– cionándoles algunas ayudas. Se nos dice en las actas cómo el recelo que encontraron al principio en los enfermos se fue trocando poco a poco en confianza, gratitud y afecto. La conducta de los terciarios con los hospita– lizados contrastaba con el comportamiento receloso de muchos de sus fa. miliares que. espaciaban sus visitas por miedo al contagio. En sus visitas llevaban los terciarios libros recreativos y revista~. Llegó a formarse una pequella biblioteca en una dependencia del hospital con donativos de los mismos terciarios. Una ligera idea de la ayuda prestada por los hermanos a los enfermos nos dará este párrafo copiado de la Memoria de 1952: 63

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz