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Las actividades del culto se van a modificar notablemente, debido a diversas causas, entre las cuales apuntamos éstas: a) La primera y fundamental constituye el impacto que en toda la Iglesia causó la celebración del Concilio Vaticano 11, con su orien– tación de la devoción, disposiciones y normas litúrgicas, énfasis en la proclamación de la Palabra y, también, con su secuela de choques ideológicos, transformaciones de la conciencia moral, cri– sis vocacionales, ensayos y fracasos de nuevos métodos y posturas. b) La parroquia misma, de estilo tradicional, puede, por su mismo carácter, matar la espontaneidad del entusiasmo religiosQ al dis– persar fuerzas en un doble frente contrapuesto: el pastoral y el burocrático. No es fácil atender a los dos por igual. No es lo mismo firmar documentos que repartir la eucaristía, sentarse en el despacho que en el confesonario. e) La remodelación del altar para la celebración cara al p¡íblico y la tarea medio completada de pintar las capillas quitó valla estética y restó recogimiento y atractivo al ambiente sereno del templo que inspiraba equilibrio total y quietud del alma. d) El enfoque diferente de la vida religiosa, fomentado por hermanos que desde otra óptica tildaban el estilo del santuario, calificándolo de burgués, tradicionalista, burocrático, mercantilista y antites– timonial. e) Dedicación de parte del personal de la comunidad hacia otras ta– reas como la docencia. Mientras el Colegio de Filosofla funcionó en esta casa, el profesorado se sentía vinculado al culto de la igle– sia. Al desaparecer dicho colegio, el personal docente se ha ido colocando un poco al margen del culto. Todo el cambio sufrido en la Iglesia ha hecho disminuir considerable– mente la frecuencia del sacramento de la Penitencia. Actualmente los do– mingos podrían dar tarea continua a uno o dos confesores. En días labo– rable~ habría tarea continua para uno solo, tal vez para unas cuatro horas. Supone ello un diez o veinte por ciento a lo más de actividad de los pri– meros anos. No se ha pensado nunca seriamente cambiar la estructura material y disposición de los confesonarios. Se han celebrado confesiones comunita– rias. \:Uatro o seis veces cada ano, pero los resultados no han sido muy optimistas. El número de comuniones permaneció constante los cinco primeros ano~ del periodo, sobrepasando un promedio de doscientas mil anuales. 4)

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