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dinarias cuaresmales, ayudas a otras iglesias, predicaciones especializadas en las fábricas, asistencia religiosa a los reclusos, atención del confesonario y moribundos y el doloroso ministerio de la atención espiritual de los con– denados a muerte durante la guerra civil. Todo este cúmulo de tareas que desbordan los cuadros fríos de unas estadisticas no es capaz de testimoniar la entrega admirable y constante de los religiosos que han vivido y se han entregado a la gente de Torrero. Unos serán más recordados que otros. Pero a todos les debemos algo los que hoy heredamos la cosecha de aquella espléndida siembra apostólica. ACTIVIDAD SOCIAL La actividad de los capuchinos en Torrero no ha sido, como se puede apreciar, desarrollada dentro de las paredes clericales de la capilla o con– vento. Siempre se ha entendido la pastoral como una proyección y ayuda al necesitado desde la fe, desde el evangelio. Y Torrero ha sido y sigue siendo un barrio necesitado de atenciones materiales, educacionales y cris– tianas. Repasemos algunas concreciones de esta actitud de servicio de los ca– puchinos en Torrero. Destaca la labor realizada hacia el mundo obrero. Datos concretos son la creación de la HOAC para imbuir de espíritu cristiano al ámbito la– boral, la atención pastoral a los obreros de la RENFE, las clases a los obreros y aprendices, el dispensario para obreros, la atención pastoral a diversas fábricas de la ciudad, entre ellas, «Fundiciones Ebro», «Caitasa», «Rico y Echeverría», Parque de Artillería, «Talleres Merciern, «Escoriaza Y Garde», «La Veneciana», «Explosivos Guardo», «Talleres Guiral», «Minas de Utríllas», etc. Quien descolló extraordinariamente en este apostolado fue el P. Ve– nancio de Huarte-Araquil, totalmente entregado a la causa de los obreros. Una obra de auténtica proyección al mundo laboral fue la Hermandad Franciscana del Trabajo, nacida, proyectada y constantemente dirigida po· el P. Ellas de Limonar. A esta obra se refiere el capitulo III de este libro. El Dispensario de San Antonio abrió sus puertas el 4 de abril de 1948. En tiempos en que la seguridad social era privilegio de pocos cumplió un servicio altruista entre la gente obrera del barrio. Cuatro doctores aten– dlan, con varias enfermeras y religiosas de Santa Ana, además de una 28

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