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mas facilidades en cuanto a horario y número de misas, confesores, etc., se refiere. Un problema no pequei\o fue asignar destino a un convento de tales proporciones como nos hablamos visto obligados a levantar asi por ha– berlo adquirido cuando se hallaba ya en su segunda planta. Entre otras soluciones se apuntó timidamente dedicarlo a residencia universitaria, idea que bullfa en la cabeza de los primeros fundadores ya en el ai\o 1930, según registra la Crónica, pero que no cuajó por razones diversas. La que prevaleció fue acomodarlo a seminario de la Orden y esto ha sido desde septiembre de 1948 hasta los aflos setenta. Nadie habrla sospechado enton– ces que, al fin, desde 1972 a 1979 pod~ía albergar, aunque provisional– mente, a un grupo de universitarios. No podrfamos concluir este primer capítulo sobre los primeros tiempos de los capuchinos en Zaragoza sin marcar las perspectivas de futuro por lo que se refiere al convento de San Antonio. Según el «Boletfn Oficial» de la diócesis de Huesca (p. 9), el 15 de enero de 1946 se acordaba otorgar a la nueva fundación una coadjutorfa de la parroquia de Santa Engracia. Y el 31 de marzo de 1965 era constituida en parroquia bajo la advocación de su titular San Antonio de Padua. Por lo que se refiere a obras sociales, el comedor de ancianos inaugu– rado el 13 de marzo de 1949 se prolonga en una versión actualizada de asistencia a la tercera edad con un Hogar del Jubilado creado el 17 de abril de 1972. La labor de la ensei\anza en el nuevo colegio de San Antonio de Padua quedará descrita con detalle en su capitulo correspondiente. Por otro lado, las dependencias del antiguo colegio de filosoffa, residencia universitaria posteriormente con carácter provisional, han abierto sus brazos para aco– ger una nueva iniciativa de la Orden: la de un seminario menor regional para Aragón. Un presagio feliz de un futuro más luminoso para la Orden de los Menores Capuchinos de Aragón. 17

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