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parroquia con plenos derechos. Para evitar confusiones y problemas bu– rocráticos, esta parroquia. nacida baJo la advocación de San Antonio de Padua, pasó a llamarse de San Francisco de Asís, reservándose el nombre de San Antonio para la del paseo Cuéllar. Los religiosos supieron adaptarse a la nueva situación y orientaron el culto, las asociaciones y actividades dentro del marco parroquial. Un último paso definitivo se dio al final de la década de los 60. La feligresla sumaba variÓs millares de personas y el barrio habla cambiado completamente su fJSOnomla primitiva. Las estrechas callejas se hablan con– vertido en amplias calles ciudadanas y enormes bloques de viviendas ocu– paban el lugar de las diminutas parcelas. Era llegado, pues, el momento de levantar una iglesia capaz y acomodada a las necesidades actuales. Al solar adquirido en 1928 para iglesia, convento y escuelas le sobraban ahora muchos metros. En consecuencia, se enajenó parte del mismo y en el resto se levantó de nueva planta la iglesia, durante tantos ailos esperada, y la nueva residencia de los religiosos. PERSPECTIVAS DE FUTURO V-olvamos los ojos al santuario de San Antonio. El sitio elegido por el P. Pedro de Varzi para aquel conjunto monu– mental, más arriba del Parque Pjgnatelli, no era el ideal para una iglesia y convento, mirando desde el punto de vista de nuestro ministerio. Nos acercaba ciertamente a la ciudad, pero nos dejaba bastante aislados. Es verdad que evitaba el cruce del Canal Imperial, siempre molesto, y que los tranvlas llegaban hasta la misma puerta de la iglesia. Mas el paseo de Cuéllar y calles adyacentes vivlan solamente sobre el papel. Cuanto se tendía en nuestro derredor seguia siendo campos, huertos y cuarteles. Ceftida la ciudad en su parte norte por el rlo Ebro, se prevela que la futura expansión seria hacia el sur, por el sector de Torrero, como asl ha sucedido. Hoy, aunque la zona en que nos encontramos tenga poca den– sidad por ser declarada verde y de servicios, no se puede llamar barrio en el sentido peyorativo de la expresión. Orandcs edificios y espaciosas ave– nidas han venido a ocupar las viejas tierras de labor y sus habitantes per– tenecen a todas las clases sociales. Hasta el antiguo cuartel de Castillejo, ha dado paso a otras construcciones con distinto destino dentro def ramo militar. Los zaragozanos devotos de san Antonio pronto se habituaron al nuevo santuario, más cercano, más cómodo y más amplio. Los religiosos, numerosos y bien adiestrados en la antigua casa, procuraron dar las méxi- 16
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