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sua y de los dos de filosofía del colegio de Fuenterrabía (cf. «Libro de Calificaciones de Filosofía 1942-1970», p. 63). El ambiente más liberal y amplio de la ciudad de Zaragoza, así como la decisión de retrasar sis– temáticamente un ai\o la entrada al noviciado, supusieron un nuevo estilo en la formación de los estudiantes capuchinos. Podemos decir que Zara– goza fue, en este sentido, una pionera dentro de los planes de formación que se daban, por entonces, en los seminarios de toda Espai\a. De 1970 a 1972 hay una serie de adaptaciones a las nuevas exigencias académicas que emanan de los programas estatales y eclesiásticos. Debido fundamen– talmente a la implantación en no pocos seminarios, entre ellos el de Za– ragoza (actualmente llamado Centro Regional de Estudios Eclesiásticos de Aragón, CRETA), de llamado quinquenio teológico, donde quedan sistemáticamente integradas la filosofla y la teologla en cinco ai\os de es– tudio, el Seminario de Filosofía de los capuchinos terminó su andadura de veintitrés largos ai\os (cf. NCA 50-75, págs. 270-278). Todo este tiempo de esfuerzo y de tesón por formar capuchinos que sirvieran con su trabajo cristiano a la Iglesia y a Zaragoza no pueden que– dar encerrados en unos pocos datos. Sin embargo, podemos recordar éstos para hacernos una idea más exacta: el número de alumnos que, a lo largo de esos ai\os, han cursado estudios en nuestro Seminario de Filosofía ha llegado a trescientos setenta y tres; los profesores que han colaborádo en la docencia han sido veintiséis; han dirigido el seminario seis rectores, siendo el primero el P. Jesús Garzarón (Jose Ramón de Labiano, 1951- 1952) y el último el P. Luis Sarriés (1969-1972); las publicaciones prin– cipales fueron: Nunc (1950-1968), Verbo (1965-1967), Eros (1963- 1968). La formación académica siguió los cauces de la más rigurosa disciplina filosófica debido, sobre todo, al buen hacer del formidable plantel de pro– fesores que siempre contó el colegio. Su nivel intelectual era comparado por los expertos con cualquier facultad de filosofía de las universidades espailolas. Su biblioteca, sobre todo en lo referente a obras de filosofía moderna y sociología, era una de las más notables de la ciudad. La formación humana y religiosa que los futuros capuchinos recibieron en este seminario de Torrero fue evolucionando según los tiempos. Los vaivenes de la Iglesia y de la sociedad no impidieron, no obstante, el hacer unos programas religiosos y culturales serios. En esta labor han tenido gran parte los vecinos de Torrero, asiduos parroquianos; las escuelas de D. Joaquín Soler, inicios de una catequesis renovada; la Hermandad Fran– ciscana del Trabajo, la Facultad de Medicina de Zaragoza, los colegios universitarios de la ciudad, y tantos otros organismos que permitieron una formación honda de cara a Dios y de cara a los hombres.

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