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RESIDENCIA DE CALLE ÁFRICA Al hacer una resena sobre la presencia de los capuchinos en Torrero, no podemos menos de recordar con carifto una experiencia de vida reli– giosa nueva llevada a cabo en lo más castizo del barrio: la Fraternidad de la calle África, n. 0 9. Su peculiar historia no está lígada ni al san(uario– parroquia de San Antonio, ni a la parroquia de San Francisco. Marchó desde el principio por caminos propios en búsqueda de nuevos estilos de vida religiosa en un barrio sencillo. Merece la pena que completemos en algunos puntos el estudios que le asignó en su día el libro-memoria NCA 50-75, págs. 230-234. El Capitulo General de los Capuchinos celebrado en Roma en 1968 recogió en sus nuevas Constituciones el esplritu de renovación para la vida religiosa propugnado por el Concilio Vaticano 11. Ya desde las primeras cláusulas constitucionales (4.30. 142-152) aparece uno de los «dogmas» del nuevo estilo de vida religiosa: la pluriformidad como signo positivo de las familias religiosas. Teniendo como base esta linea de la pluriformidad, los PP. Tomás Muro y Vicente Lorea presentan en 1970 una petición a los superiores pro– vinciales expresando su deseo de vivir un nuevo tipo de vida de fraternidad en un barrio de Zaragoza. En el informe exponlan igualmente en términos generales las actividades que intentaban desarrollar. Los presupuestos ideológicos, de vida de fraternidad y de acción pastoral quedan reflejados en el citado documento (ver un buen resumen en NCA 50-75, págs. 231 233), y quedan caracterizados por los siguientes datos generales: una fina conciencia social; comprensión del mensaje religioso de una manera secu– lar; un nuevo estilo de vida fraterna donde el convivir sea más importante que el vivir; una acción pastoral de evangelización amplia sin estar en un apostolado institucionalizado; a nivel más hondo se trata de buscar una solución a la crisis de identidad religiosa y franciscana. · En la reunión definitoria! del 16 de diciembre de 1970, el Definitorio acepta el escrito como primer paso de acercamiento. El P. Provincial se puso en contacto con el Sr. Arzobispo de Zaragoza con ocasión de su vi– sita canónica a las fraternidades de la ciudad. El Sr. Arzobispo manifestó una gran desconfianza frente a este tipo de experiencias aunque sin opo– nerse a su creación por ser cosa interna. El Definitorio decidió seguir ade– lante con la experiencia y solicitó de los religiosos que deseaban compro– meterse en la misma un informe en el que se detallara dónde van a vivir, qué tipo de vida religiosa van a llevar, qué labor apostólica o de otro tipo desean desarrollar y cómo van a organizar su vida de cara al ambie.nte, sus compromisos, etc. 109

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