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primordial les mereció la labor callada y constante del confesonario y la asistencia a los enfermos tanto de día como de noche (recuérdese la tras– cendencia que para muchos tenía a la hora del enterramiento el hecho de haber recibido o so,1citado los últimos sacramentos). No por eso abando– naban otros ministerios ni otros campos. El mismo mes de febrero, cuan– do todavía no llevaba el P. Ignacio un mes en Zaragoza, lo vemos ini– ciando una serie de Homilías Apologéticas que duraría dos allos con gran aceptación y días más tarde comenzaba la cuaresma en el Pilar. Poco a po~~ irían haciéndose asequibles los púlpitos zaragozanos y al acabar el allo llevaban predicados, entre los padres Ignacio y Cris,.ibal, la respetable suma de 229 (doscientos veintinueve) sermones. CONSTRUCCIÓN DE LA CAPILLA Y RESIDENCIA Todavía les restaba tiempo para visitar terrenos, sondear voluntades y adquirir, por fin, varias parcelas que vendrían a formar un gran solar entre la avenida de América, calle Royo (hoy Venecia) y calle Checa donde edificar la iglesia y convento. No es lícito pasar por alto el nombre de don Pedro Luna, cuyos buenos oficios favorecieron estas compras. Como si de una carrera contra reloj se tratara, el 13 de junio comen– zaban las zanjas de cimentación. El 30 del mismo mes era colocada por el obispo de Huesca la primera piedra en medio de una solemne y concu– rrida ceremonia y el 19 de julio el contratista José ldoipe Ruesca iniciaba la construcción de la capilla y residencia, siguiendo los planos del arqui– tecto Antonio Merlo. El proyecto completo era mucho más ambicioso y debía ejecutarse, según la intención de los religiosos, en tres fases, condicionadas por las posibilidades económicas, la necesidad de nuevos locales y otras circuns– tancias. La primera fase se limitaba a levantar la capilla y residencia. La segunda tendría por objeto la iglesia definitiva que se quería levantar en el amplio rectángulo que ahora se dejaba lindante con la calle Royo. En la tercera se acometería la acomodación de la capilla a otros usos apostó– lícos y la erección de unas escuelas, «parte esta esencialísíma en los pro– yectos de nuestra fundación» , según registra el cronista. A este plan obe– decieron ciertas soluciones provisionales que se adc-TJtaron y que a primera vista podrían aparecer poco ortodoxas, tal. cqmo el emplazamiento de la escalera. Para agilizar las obras y reducir el presupuesto. vmieron Fr. Serafín de Barbarin, alballil, Fr. Bernardo de Ciriza y Fr. Casiano de Madoz, carpinteros. que trabajaron hombro· con hombro con los demás obreros. 9

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