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Son excepción lo, padre~ que se deciden a llevar a los niño, de 4 y 5 añm a la preescolar de Monterregado ,i no viven en el barrio. De nuevo el tema de qué relación se quiere mantener entre el colegio y las dos casas de capuchinos en Zaragoza. Hay un hecho que hay que destacar: la preescolar está en los limites de la parroquia de San Francisco. El colegio nuevo pertenece a la parroquia de San Antonio. Los alumnos proceden en su mayoría de la parroquia de San Francisco y de las calles de la parroquia de San Antonio donde viven familias trabajadoras. Pero nuestras casas mantienen una prudente distancia de los colegios que, en estos momentos, constituyen obras no asimiladas por los religiosos. La historia de nuestras casas y la vida de nuestras fraternidades no pasan por la historia y la vida de nuestro colegio. Qué lugar va a ocupar el colegio en la estima, dedicación de los religiosos, es algo que está por determinar. Y ésta es una de las preocupaciones mayores de cara al futuro, si se pre– tende que el colegio responda al mismo objetivo que se propusieron nues– tros mayores y que está muy claro en quienes siguen entregados a esta obra. Los educadores quieren continuar si el colegio no es sólo una escue– la, sino una escuela cristiana. Esta grave preocupación es compartida por todos los religiosos de la provincia capuchina dedicados a la enseñanza. El esfuerzo tan grande que ha costado y que sigue costando la cons– trucción, puesta en marcha y organización del nuevo colegio tendrán sentido solamente en el grado en el que sirva a la dimensión evangeliza– dora de nuestra vida. Si esto no se consigue, nuestra presencia aquí care– cerá, en parte, de sentido. En el momento en que celebramos las bodas de oro de la fundación del colegio, es necesario volver la mirada al pasa– do, recuperar el sentido que la primera Fraternidad tuvo cuando con tanto entusiasmo acogió a cien niftos en las bajeras de la capilla. El nuevo co– legio es una puesta al día en el barrio de aquella obra. Por tanto, es un reto a nuestra capacidad evangelizadora. CONCLUSIÓN Los cincuenta años de vida del colegio San Antonio se pueden resumir en una palabra: crecimiento. Las bajeras de la capilla abierta en 1929 eran inadaptadas e insuficientes. Los religiosos vivieron hasta 1957 con el sueño de construir un colegio en condiciones. Se organizó la academia, se volvió a abrir con el mismo nombre el colegio, se acomodó la maternal. Pero a medida que se encontraba una solución surgian nuevas necesidades. Por fin se ha logrado un colegio en el que se han superado los problemas rela– cionados con una digna escolarización de lps ocho cursos de EGB. 911

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