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Del estío aprende a sazonar los frutos y no limi– tarse a exuberancia de flores de buenas promesas. Si pasa la Pastora, siempre podrá alargar la mano a las virtuosas primicias del alma del zagal. Tengo toda clase de frutas deliciosas: tanto las nuevas como las añejas, Pastora mía, las guardo para ti (3). Madre del Cordero de Dios: la soledad y silencio luminoso del campo aumentan mis anhelos de vues– tra compañía en los collados eternos, en la luz eterna. 6O.-VIÑAS Y RACIMOS Para los zagales de la Pastora es la invitación pastoril del Cantar de los Cantares (1): "Madru– guemos a las viñas; veremos si brota la viña, si sus flores se entreabren". El buen olor esparcido por los caminos y la voz de la tórtola gemidora (2) señalan la despedida del invierno riguroso, en que los hombres no osan, sacar las manos para obrar bien. Mientras pace el ganado, desde la primavera hasta el invierno, los zagales contemplan el mis– terio de las viñas. Se entristecen junto a la del perezoso: llena de portillos, sin fruto, sin hoja, descepada, asolada. En otras lamentan el robo de hermosos racimos por pasiones mal domadas o astutas. -95-

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