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cosecha y nada puede dar, guía a las ovejas recon– quistadas hacia el Señor que dijo (2): "Yo soy la puerta. Quien entre por mí, será salvo, y entrará y saldrá y hallará pasto". Mas para que el pueblo infiel o el pecador llegue presto a Jesucristo, "Deseado de todas las gen– tes" (3), hay que encaminarlo a la Pastora. Pues fué, más que de nadie, el Deseado de la sacratísima Virgen. Ella lo adoró primero que todos. La Pastora, con su gracia, enseña a desearlo y a adorarlo, cuando ya se le posee. Ella, a la puerta del aprisco, espera a sus ovejas. No entrará quien lo intente por donde no está la Pastora. Es puerta blanca durante el día, luminosa du– rante la noche, como la columna de fuego del de– sierto (4). Hasta los ciegos pueden dar con ella, porque su resplandor calienta cual hoguera y trasciende a timiama. La nueva· grey, a manera de río caudaloso, pe– netra de continuo por la puerta, inundando de gozo el Corazón de la Pastora. 59.-EN EL CAMPO DEL SEÑOR El místico poeta dialoga con las espesuras y bos– ques plantados por la mano del Amado, y pregunta -92-

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