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todos los redimidos, como, en Belén y Nazaret, por su divino Hijo. Y su corazón se apesadumbra al verlos perecer. 52.-COMPASIÓN ¿participas del celo doloroso de la Pastora? ¿Te lastima el alma ver tantas pérdidas de fieles e in– fieles? Mirar con indiferencia .lo que acontece más allá del seto del redil es indicio de pecaminosa incons– ciencia. Los incontables descarriados mueven a compa– sión a quien se pone a meditar en ellos. En su alma inmortal. Creada por Dios. Redimida cada una con la dolorosísima Pasión del buen Pastor y de su Madre. Con ansia ingénita de felicidad infinita. En peligro de sepultarse en un abismo de tormentos eternos. Poco aprecia su propia suerte, su vida en el aprisco de la Pastora, quien no se duele de la des– ventura de los extraviados: de sus propios herma– nos, de los hijos de la misma Madre y del mismo Padre. De nuestro Padre que está en los cielos. El celo por la salvación de los prójimos es la mejor prueba de que le agradecemos a la Pastora la merced gratuita de vivir junto a ella. Esa flor del agradecimiento, matizada de ardo- - 83 -

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