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alguna que de algún modo no se deba a esta inter– cesión de la Pástora. Ella administra el tesoro divino como universal limosnera de la Trinidad Beatísima. Lo distribuye con ternura de Madre, con generosidad de Reina. Tesoro de Dios y tesoro suyo. Pues la Pastora, por Corredentora, también es con su Hijo, el Corde– ro de Dios, principio de la gracia. Sus manos dispensan todos los bienes. De ellas proceden la luz que disipa nuestras tinieblas, el calor contra nuestra tibieza, la fuerza en la debili.. dad; el confortamiento en la tristeza, el socorro en la necesidad, la defensa en el acoso del enemigo, la victoria en la tentación, la paz, el gozo, la vida co– piosa. Se complace en ver crecer a sus hijos espiritua– les, en premiar su fidelidad con nuevas y mayores gracias. Divina Pastora de las almas: a ti llegamos con– fiados, trono de la gracia (3). Conoces la necesidad de nuestra alma y puedes socorrerla. Prodíganos tus dones. Fortalece nuestra voluntad para que no los malogremos. Y aviva nuestra memoria para que no los echemos en olvido: queremos agradecértelos en tiempo y eternidad. - 80-

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