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Pues cada día es mayor tu necesidad de su gra– cia, acude a Ella como un niño pequeño. Irnportú– nale hasta que te sacie. Vuélvete a ella con el pensamiento, con la me– moria. Conságrale las obras de tus manos, todos les. latidos de tu corazón. Regocíjate de sus privilegios y grandezas. Como se _regocijaba Jesús, el hermano mayor. Sea Jesús. el modelo de tus relaciones filiales con la Pastora. Ella misma te ayudará a imitar a ese divino mode– lo. Con su gracia, con sus inspiraciones, con el ejem·· plo de sus propias virtudes. De sus virtudes deberás tejer la túnica inconsú– til que cubra la desnudez de tu alma. Túnica multi– color, como la del predilecto del patriarca (1). Así será mayor tu parecido con el primogénito de la Pastora, el Cordero de Dios, que, como enseña San Antonio de Padua, el día de la Anunciación descendió del cielo para hacerse un vestido de lana de oveja, esto es, de la Virgen, llamada oveja por su inocencia. A la madre compete la educación del hijo. No impidas la obra de perfección que tu Madre intenta lograr en ti. Colabora con docilidad ferviente. No sea que se sonroje al contemplar tu rebeldía y tus resabios de hijo descastado. Recuerda que Jesús es. la mayor gloria y alegría de su Madre. - 77-

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