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ña mundanal? En su dehesa rein~ alborozo lumi– noso. Lejos, tristes tinieblas, aullidos lúgubres. Su dehesa abarca los montes altísimos de la vida de la gracia, cuyas cimas rayan con el cielo. "Yo vine para que tengan vida y anden sobrs– dos" (3). Judit alcanzó a librar a su pueblo de la muerte corporal. Nuestra Pastora ha venido, como su Hijo, para darnos la vida del alma, para aumen– tárnosla más y más. Ruin vida es la que se cifra en no estar muerto. El desahuciado y oleado tiene vida. Pero nadie la quisiera para sí. La Madre del buen Pastor comuni– ca a su grey vida copiosa, creciente sin cesar. La vida del cuerpo decae y se apaga con la enfer– medad, con los años. La otra, si el alma quiere, se robustece con el dolor y con el tiempo y se eleva hasta la eternidad. 45.-TRANSFORMADOS Al Cordero de Dios alimentó la Pastora con soli– citud maternal. A los de Caná proveyó de agua transustanciada, para sus cuerpos. A las almas nutre con la gracia, agua viva, de manantial divino. Templa los ardores de la carne, refrigera, pre– serva, sana. Fortalece para caminar por los sende– ros de Dios. - 72--'-

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