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41.-SU IMAGEN Mas los buenos deseos con frecuencia se enti– bian. Con la barahunda de la tierra se apaga la voz de la Pastora. En un torbellino de criaturas se des– vanece su presencia. Entonces haz lo que el hijo ausente de su madre: excita tu devoción y aviva su presencia con la ima– gen de la Pastora. No pongas tu gozo en la pintura ni en su ornato, sino en lo que representa. Busca una imagen sacada al vivo, la que más despierte tu tibieza y más mueva tu voluntad a de– voción interior, a amor de tu Pastora. Lee las páginas en que los santos nos brindan el retrato de Ella. Lee y medita. Pues si una imagen devota infunde devoción, lo que profundamente se rumia en la oración mental, quédase como pegado al alma. A medida que vaya encendiéndose tu amor, des– cubrirás nuevos rasgos en tu Pastora. Ella misma te los irá mostrando. No te ruborices de besar la imagen de la Pastora: para su madre es el último beso del niño, por la no– che, y el primero del día. Pero no olvides que el beso más hondo para tu Madre es recibir a su Hijo en la Eucaristía. Ahí está la mejor imagen: una divina realidad. - 65-

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