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por su llanto. Los que se alegraban con sus prime– ras sonrisas. Los que le vieron crecer en sabiduría, en edad y gracia (2). Los que descubrieron _la voluntad de Jesús en Caná. Los que recibieron su última mirada en la Cruz, cuando inclinó la cabeza. Los ojos de la Pastora quedaron tan prendados de Jesús que sólo les place lo que a El se asemeja. CUida de que hallen siempre en ti su imagen. lHan llorado alguna vez por ti? lSe han clavado en los tuyos acusándote de ingratitudes graves o leves? Como su Hijo ante Jersalén, tiene hoy sobrados motivos de dolor. No le añadas nueva congoja. Mírala y compadé– cela: es tu Madr:e. 37.-TODA HERMOSA Si hallas alguna fealdad en tu Pastora, ni la ames ni la mires. Pero si sólo descubres belleza, no apartes de Ella tus ojos. Repítele con el corazón y con los labios: Toda hermosa eres, Pastora mía, y no existe defecto en ti (1). No faltaba hermosura en el cielo ni voces dul– císimas entre los Angeles. Con todo, el buen Pastor -60-

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