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Amándola de nuestra cosecha, nuestro amor será tibio y flaco. Pero Ella misma lo enardecerá y robustecerá con la caridad. "Grandes aguas no podrán apagar el amor, ni los ríos arrastrarlo con inundación" (1). Muchas son las señales de amor sincero a la Madre del divino Pastor. Buena señal es el esfuer– zo por quitar los estorbos de la intimidad con Ella, el pecado, la imperfección. El esmero por hacer fructificar las flores de su gracia. Le ama quien se deleita pensando en Ella, en sus privilegios y mer– cedes; quien publica sus grandezas y anhela ase– mejarse a Ella y a Jesús. Amor lleva en sus pupilas quien mira con fre– cuencia las imágenes de Ella, y más amor quien aviva su presencia interna y la contempla con ojos tan limpios y voluntad tan fiel que adivina y cum– ple hasta los deseos de su Corazón. Más ama a la Pastora quien mejor reproduce los rasgos de su primogénito y predilecto. Agradécele tus deseos de reverenciarla y servirla y trabaja por que nunca se marchiten, pues son distintivo de los predestinados. Suplícale al buen Pastor te preste los afectos de su Corazón divino para amar a su Madre. -57-

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