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A la oveja manchada le señala el arroyo de la pe– nitencia purificadora. Conduce a su grey por el camino ensangrentado del Cordero de Dios. Por la aspereza de la obedien– cia y de la castidad virginal. Por los breñales de la pobreza, aunque sus espinas arranquen vellones. Le siguen las ovejas, por más que el sendero es empinado y pasa por junto a la Cruz. Le siguen por amor agradecido. Porque el Pastor dió la vida por sus ovejas, y la Pastora ofreció por eUas a su Hijo, y las redimió con El. Llévame por tu camino, Pastora mía. Confieso que muchas veces me guiaste y no te seguí, me avisaste y no te creí, me llamaste y no te respondí, me hablaste y no te conocí, y aun me palpaste y no lo sentí. Perdóname. Fortaléceme con tu gracia. Haz que te siga por amor. 35.-ME AMAN El camino de la Pastora acaba en la bienaven– turanza. No lo errará quien marcha tras la Pastora y arrimado a Ella. Va más cerca quien más le ama. Y ¿quién no le amará con todo su corazón? Démcs– le nuestro amor por el suyo, aunque el trueque sea ruin. El amor nacerá del recuerdo de lo que Ella hizo y está haciendo por nosotros. Si la conocemos, no podremos menos de amarla de veras. -56-

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