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Santo Cordero de Dios, pues el conocimiento de tu Madre es el camino para conocerte a Ti y gozar de Ti y de tu redención, con tu gracia ayúdame a alcanzarlo. 33.-ÜYEN MI VOZ Cuando los corderos son muy tiernos, los deja el pastor encerrados en el aprisco y se va lejos a apacentar sus ovejas. Torna al atardecer y suelta los corderos. Entre la confusión de balidos cada uno distingue el de su madre y a ella acude ansioso. Si se mezclan los rebaños, los pastores llaman a sus ovejas. Cada una oye diversas voces; pero sólo atiende a la de su dueño. El buen Pastor y su Madre pregonan que las suyas oyen su voz y la conocen (1). Si te precias de suya, no tengas menos instinto que aquellos corderos y ovejas. Eres de las suyas, si oyes la voz de tu Pastora y la conoces. No des oído a la voz de los extraños, aunque sue– ne cerca de ti. Escucha a tu Pastora como oveja suya, y no como lobo. Pues también el lobo oye la voz del pas– tor; pero huye espantado. Sin cesar suena su voz. lLa oyes siempre? O lreina en tu alma bullicio de críaturas, de aficionps desatadas que la ensordecen? -54'-
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