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mas como la conoce su Hijo, el Cordero de Dios? ¿No es justo que en esto nos asemejemos todos los hermanos? Si se te antoja empeño temerario, llama en tu ayuda al mismo Jesús. Como Hijo bien nacido, anhela revelar las excelencias de su Madre. Para conocerla, medita tú sus relaciones con la Trinidad Beatísima, el misterio de su predestina– ción, la plenitud de gracia desde el primer instante de su ser. Contempla amorosamente las escenas de su vid~ mortal: nacimiento, entrega al Señor. Arrodíllate junto a Ella en Nazaret cuando la embajada del Angel: dialogan sobre tu salvación Atiende a las palabras de la Virgen, a sus miradas a la humildad de su alma, a la caridad de su co• razón. Con su "hágase" ha refrendado el decrete de tu rescate, de tu vida de gracia, de tu bienaven turanza. Contémplala sumida en la adoración del Verbc encarnado. Esa es tu Pastora. lLa conoces? Acompáñala a las montañas de Judea por 1: soledad de los caminos. Es una custodia viviente lleva oculto en su purísimo seno al Hijo de Dim Por Ella se llena del Espíritu Santo la casa de Precursor. De labios de la Virgen brota un canto celestE -52-

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