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Pero la redención universal y la recompensa de los siervos buenos y fieles no impiden la predi– lección: Ovejas predilectas tiene siempre la Pastora; tanto más cuanto mayor es su fidelidad a la gracia. lQué belleza puede compararse con la del justo perfecto? No hay cosa en la tierra en que ponga Ella sus divinos ojos con tanto cuidado y favor como en la vocación, justificación y guarda de sus escogidos. lCuáles eran tus merecimientos? Ingratitudes, infidelidades. Con todo, te escogió. Te agregó a su rebaño. Te infundió singular devoción a Ella, signo de predestinación. Tal vez te asoció a quienes le sir– ven en el estado religioso. Acaso te ungió con el óleo sacerdotal. De continuo te colma de gracias singulares. lTe detienes a meditar estas pruebas de predi– lección de tu Pastora? lSe las agradeces? ¿corres– pondes? -48-

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