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25.-NADIE SE LAS QUITARÁ Ovejas suyas por tantos títulos no puede aban– donar la divina Pastora ni permitir se conviertan en pábulo de la codicia del ladrón. Por eso dice (1): "Nadie las arrebatará de mi mano". "Yo salvaré mi grey y no servirán más de pre– sa (2). Sus ojos maternales avizoran: no se aproxime el enemigo o alguna oveja incauta bordee el preci– picio. Valiente era David en la guarda del hato pa– terno (3): "Tu siervo ha sido pastor del rebaño de su padre, y cuando venía el león o el oso y se lleva– ba del rebaño una res menor, yo salía tras él, y lo hería, y la rescataba de sus fauces. Y. si volvía él contra mí, lo agarraba por las quijadas y lo desqui– jaraba y mataba". Más valerosa que su padre David es nuestra Pastora: invencible en la lucha contra el dragón infernal. El enemigo rehuye el encuentro con la Virgen desde que su pie inmaculado le aplastó la cabeza. Ella le persigue por medio de sus ángeles, cuan– do se atreve a acosar a una de sus ovejas. Y a ellas les aumenta la gracia. Huye despavorido el maligno, porque la mano -42-

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