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amor, como a criatura predilecta. Y para Jesucristo y para Ella creaban. De la Pastora y de su Hijo son las ovejas. Ellos se hicieron su ganado. Porque· les pert:enecía la grey y se había perdido, no· vacilaron en ganarla y salvarla aun a costa de su sangre. Nos arrebataron de la boca del lobo, nos libraron del reino del pecado. Y todavía ahora, cuando huímos de ellos, la Pastora nos busca con su gracia para tornarnos al redil del Cordero de Dios. No sea que se frustren las esperanzas de reinar con ellos. · ¿No florecerá de continuo en· nuestra alma el humilde reconocimiento de que cuanto somos y. podemos a ellos les pertenece? Cuando la Madre del Redentor nos recuerde: Y vosotros, ovejas mías, ovejas de mi pastizal sois vosotros, y yo soy vuestra Pastora (1), respondámos– le con palabras de los Salmos : Tu pueblo somos, ovejas de tu rebaño (2). Tú eres nuestra Pastora y nosotros tu pueblo que tú pastas, ovejas a ti confiadas (3). Tuyos somos, tu pueblo, el rebaño de tu pasta• dero (4). Aunque te abandonemos, tuyos somos. No olvi– des lo que con tanto dolor túJedimistes. - 41-

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