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No poseía más que una corderilla, que había: comprado y alimentado y criado con él y con sus hijo~, comiendo de su mismo bocado, bebiendo de su copa y durmiendo en el seno del pobre; pues era: para él a modo de una hija (1). Con pastos celestiales y agua de la fuente que salta hasta la vida eterna, nos transforma de ani– males fieros en ovejas. Nos infunde el espíritu de sencillez, de mansedumbre, de santa humildad, dis - tintivo de su rebaño. Para que no nos enmarañemos en las zarzas y soportemos con alivio los calores del estío, nos corta la lana de la abundancia superflua. ¿Agradezco sus desvelos? Recibo con alegría la visita de la pobreza? -· 38 --