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Alégrate con la Pastora por el hallazgo de tantos hermanos. Confúndete de tu tibieza. 10.--SILBIDO SUAVE Tanto te alejaste un día de la Pastora, que hubo de emprender fatigosas jornadas hasta descubrirte. Ni sus voces ni su silbo llegaban hasta ti. Solamente oyen el silbo de la Pastora quienes viven a la vera de su redil. Sonará lejos aquel viento recio e impetuoso que descuaja montes y quiebra peñas. No está allí la Madre del buen Pastor. Pues su silbo se asemeja a la brisa tenue: refrigera y sosiega (1). Tal vez duerme tu alma en sueño tormentoso. Su dulce silbo la penetra, la despierta, la calma. Silbos de la Pastora son las inspiraciones del cie– lo, las ilustraciones, los toques interiores al corazón. Suena entre las líneas del libro devoto que te incita a adhesión más fina al Señor. En los ejemplos de los santos que quieren arras– trarte a su imitación. Tanta fuerza tiene este silbo de la Pastora que, al oirlo, desampararás las cosas exteriores y volve– rás tus ojos a Ella. Se llenará tu alma de dulzura con los recuerdos renacidos de Ella y de Jesús. -24-
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