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sino por amor. Le contrista la ausencia de una oveja predilecta, su pérdida voluntaria. La mimaba como alma escogida entre las mar– cadas con la sangre del Redentor: destinada a las cumbres de la vida religiosa, a los esplendores del sacerdocio. No se agota ahí su celo. Estrecha con sus gracias al perseguidor de su Hijo, a la oveja suya convertida en lobo rapaz, como Saulo de Tarso; al perseguidor que "por la maña.A.a tragará su presa, repartirá a la tarde sus despo– jos" (2). Confía en el triunfo de su gracia tornando al lobo a su ser natural de oveja y aun convirtiéndole en predilecta del buen Pastor. ¿será en balde amor tan singular? 6.-CÓMO NOS BUSCA Antes que le amemos, nos ama. Aunque ofendamos y despreciemos locamente a su Hijo y a Ella, nos busca la Pastora. Ve nuestra ingratitud y resistencia a los llamamientos divinos, a sus inspiraciones continuas. Y ve la paciencia in– finita de su Hijo en sufrirnos. Impulsada por su compasión entrañable sale en busca de la ovejuela que huyó del rebaño. -19 -
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