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PROLOGO Lo bueno que se halla en estas sugerencias o . puntos de meditación, no es mío. Se lo debo a la Sagrada Escritura, a algunos Santos Padres, a san– tos escritores de la Edad Media y Moderna, a auto– res ascéticos y místicos castellanos de la Edad de Oro y a tal cual teólogo contemporáneo. He omitido las citas extrabíblicas por no turbar la devoción con vanos alardes eruditos. Siempre será verdad la enseñanza de San Igna– cio de Loyola, al principio de sus Ejercicios: "No el mucho saber harta y satisface al ánima,. mas el sentir y gustar de las cosas internamente." A quienes acierten a compaginar el mucho saber y el gustar internamente, les prevendré que no se alucinarán si, aparte los autores citados por excep– ción, en tal o cual pasaje creen descubrir reminis– cencias de San Agustín o San Gregario; de San Bue– naventura, San Ignacio, San Juan de la Cruz o Santa Teresa; del Beato Ramón Lull o del Beato Maestro Juan de Avila; de los franciscanos Antonio de Guevara, Juan de los Angeles, Diego de la Vega o Melchor de Cetina; de Fray Luis de León, Alonso -9-