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52 DANIEL de la tierra y El será llamado «nuestro Dios justo» (1). Ezequiel en el cap. 34 introduce al Señor lamen– tándose de que los malos pastores de Israel, en lug:1r de apacentar con pastos saludables a sus ovejas, buscaban su propio interés, y refiriéndose a su pueblo, rebaño sin pastor, le dice para su consuelo: «Yo suscitaré sobre ellas (sus ovejas), un Pastor que las apaciente, a mi siervo David (Jesucristo): El las apacentará y será para ellas verdadero Pastor. Y o seré entonces el Dios de ellos (todos los hombres de la tierra), y mi siervo David será príncipe en medio de ellos» (2). Hermoso pasaje que nus tra,~ a la memoria aquella bellísima parábola del Buen Pastor que se lee en el Evangelio (3). 23. Daniel.-Sobradamente conocida es la interpre– tación que el profeta Daniel dió al famoso sueño de Nabucodonosor. La piedrecita que se desprendió del monte y derribó la estatua en que estaban figurados los imperios antiguos, creciendo después, hasta llenar toda la tierra, es figura de Jesucristo, que, descendiendo de las alturas del cielo, para hacerse hombre en las purísimas entra– ñas de la Virgen, estableció su imperio, que es la Iglesia, pequeño en un principio, pero que se extenderá y pro– pagará por toda la redondez de la tierra y durará eter– namente, «et regni ejus non erit finis» (4). El mismo profeta nos describe minuciosamente más tarde las cuatro bestias que luchan y se destruyen mu– tuamente, y que representan los cuatro imperios anti– guos, que durarán hasta que venga el gran imperio del Hijc del Hombre, a quien Dios, dice el profeta, «dedit (1) Hier. XXXIII, 9 y sigs. (2) Ez. XXXIV, 23-24. (3) Joan. X, 11. (4) Dan. II per totum.

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