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456 CRUZADA UNIVERSAL DE MISIONES CAPÍTULO VII CRUZADA UNIVERSAL 344. Todos los que nos gloriamos de pertenecer a la Iglesia Católica de Jesucristo: religiosos, sacerdotes. niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres, cultos e ig– norantes, ricos y pobres, de cualquier clase, categoría o condición social que sean, debemos trabajar por las Misio– nes Católicas, organizarnos, unirnos, formar un Ejército mundial, una Cruzada Universal para lograr la pronta conquista del mundo infiel y disidente. Unos podrán com– batir en primera fila, otros en segunda y otros en retaguar– dia: aquellos en el campo misional, estos en los países civilizados. Unos podrán aportar su acción, su talento. su pluma, su predicación... otros su dinero, sus bienes. su fortuna, y su beneficencia, y todos nuestra oración. nuestras fervientes plegarias que penetren los cielos y hagan descender sobre el árido desierto del mundo pa– gano, las benéficas y saludables lluvias de la fe y de la gracia. Demos lo que tenemos, lo que podemos, lo que somos: Impendamus nostra, impendamus nostras, impen– damus nos. 34 5. ¡ Dios lo quiere! Jesucristo nos lo pide, las almas lo reclaman. Por la gloria de Dios, por la Sangre redentora de Jesús, por la salvación eterna de tantos millones de almas, cooperemos a la difusión del Cato– licismo, único que puede proporcionar la dicha a los pue– blos y la felicidad a las almas. Este es El Siglo de las Misiones,

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