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ÜRGANIZACIONES MISIONALES 453 o padres de familia; porque estos disponen generalmente de sus bienes. están obligados a dar buen ejemplo a sus hijos o suborninados, a exhortarles al cumplimiento de las obligaciones cristianas, y en obras y palabras ser acaba– dos modelos de las sucesivas generaciones. Esta cooperación se puede verificar inscribiéndose en las Obras misionales, proporcionadas a su sexo, edad y condición, no olvidando la preferencia que manda la Santa Sede para las OO. PP. Las Ordenes Terceras, las Cofra– días, Congregaciones y Asociaciones religiosas, así como también algunas entidades civiles, deberían tener alguna sección dedicada a fines misionales, bien sean espirituales, bien materiales o benéficos. Entre todos los miembros de la gran familia cristiana debe reinar la unión, solidaridad. comunión y caridad. In hoc cognoscent omnes quia dis– cipuli mei estis (1). § IV. Las mujeres y las Misiones 341. La mujer en la antigüedad era reputada como una cosa vil y despreciable; pero el cristianismo elevó su condición, defendió sus legítimos derechos y la unió al varón con un sacramento indisoluble y santificador. Su misión de esposa y madre es poderosamente influyente para la formación y educación de la familia. Dios la dotó dz nobleza de ánimo, de riqueza de sentimientos, de exquisita sensibilidad de corazón, de atractivos especiales para ejercitar su apostolado, no sólo en el hogar doméstico; sino también en la sociedad. El apostolado católico de la mujer empezó a practicarse desde el principio del cristianismo. En el Evangelio se lee que Marta y María y otras mujeres ayudaban a Jesús; (1) Joan. XIII, 35, V. P. FrncHER, o. c. p. 169.

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