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444 DE LA u. M. DEL CLERO ganda activa e intensa. Ellos deberán fomentar fiestas y cultos públicos por la conversión de los infieles; hacer conocer y propagar la U. M. entre seminaristas y sacerdo– tes; intensificar el espíritu misionero y misional por me– dio de conferencias, de hojas, folletos, revistas, etc.; pro– mover las Comisiones Parroquiales «pro Misiones» y la 00. PP. de acuerdo con los Párrocos; hacer los balances anuales, remitiéndoles al Consejo Nacional; estar en frecuente comunicación con éste para obtener instruc– ciones y cuanto sea necesario para la buena marcha. Es conveniente que en la misma Curia episcopal haya un Secretariado, con propaganda y biblioteca bien provistas, cuyas oficinas estén diariamente abiertas a fin de facilitar con brevedad cuanto se desee. Para evitar colisiones y unir más las fuerzas será conveniente que al Secretariado de la U. M. del C., esté confiada también la dirección de las OO. PP. El Secretariado diocesano no podrá ser eficaz sin el entu– siasmo, la ayuda y cooperación de los Párrocos y sacerdotes existentes en las Parro::iuias. Unos y otros, de co:nú:1 acuer– do, deben nombrar las comisiones, las juntas, las celadoras y celadores, instruirlos e interesarlos por esas obras reden– toras, celebrando funciones, comuniones, reuniones, asam– bleas para niños y adultos. Explicando algún asunto misio– nal con proyecciones, pequeñas exposiciones, conferencias y sermones, por algún misionero que haya estado entre in– fieles. El modo y forma de llevar a cabo esas cosas de circunstancias locales y del ambiente formado. La acción del Secretariado íntimamente unida con la de los Párro– cos, será la gran fuerza propulsora de la vitalidad misional en una Diócesis. •

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