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FENOMENOS PSICOLOGICOS EN LA CONVERSION 409 la existencia de una Revelación primitiva y prueba convin– cente de la debilidad de la humana razón. La degeneración de las ideas religiosas ha llegado hasta querer legitimar los delitos y justificar la perversidad moral. Así. p)r ejemplo, en Ceylán se inmolan al demonio jovencitos de ambos sexos; el rey Mtsa, en Uganda, arrojó una vez a los cocodrilos del Victoria Nyanza 500 hombres para aplacar las divinidades del lago; a principios de este siglo existía todavía en algunas islas de Oceanía la costumbre llamada caza de cabezas; en Borneo se cree aún que ningún difunto puede entrar en el reino de ultratumba, si no va acom– pañado de hombres con la cabeza cortada (1). A lo dicho se añade también la multitud de magos y hechiceros que tienen la astucia de engañar al pueblo; las adivinaciones, el uso de amuletos y talismanes; las creencias relativas al sol, la luna, los astros, las tormentas, los vientos, a los demonios, antepasados, parientes, etc. Todo eso, que varía según las regiones, razas y culturas, es un obstáculo formidable para la propagación del cris– tianismo. Las prácticas supersticiosas y mágicas obscurecen la mente con multitud de errores, endurecen el corazón, pervierten los sentidos con usos abominables e imposibilitan al hombre para la vida sobrenatural de la gracia. La tradición y el atavismo milenario forman como segunda naturaleza que cristaliza en rebeldía, endurecimiento, sen– sualismo y embrutecimiento. La prudencia y solicitud del sabio misionero sabrá substituir las prácticas idolátricas, por el verdadero culto católico; las imágenes, por los fetiches; los amuletos y ta– lismanes, por escapularios y medallas; por los sacramenta– les, los ritos supersticiosos; la penitencia cristiana, por las expiaciones inhumanas; los funerales solemnes, por los (1) Cf. CARMINATI o. c. p. 135. V. R. ALLIRR, cap. IX y X., y G. DuFONTENY, o. c. mai-juin, 1927, p. 280.

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