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14 PRÓLOGO Barcelona, el espléndido Congreso Misional y la memorable Semana de Misionología, celebrados en la misma ciudad. Sabido es que el principal factor y propulsor de toda acción misional debe ser el sacerdote, en virtud de su misma ordenación y vocación; salta, por tanto, a la vista la necesidad de que todo aspirante al sacerdocio conozca a fondo los problemas misionales y que se prepare durante su carrera para instruir a los fieles en la obligación que todos tenemos de cooperar a la Redención de Jesucristo. Mas, para comprender y poseer debidamente la ciencia misional, no basta contemplarla en un palacio de Exposición, ni conocerla sólo en narraciones históricas, más o menos verídicas, en elocuentes discursos y eruditas conferencias; es necesario un estudio sistemático, ordenado, metódico y científico, basado en principios sólidos y en orientaciones certeras; es imprescindible dar una forma determinada y 1específica a esa corriente, a esa pleamar misional, y con– ducirla por los cauces más seguros. De aquí la necesidad de que los aspirantes al sacerdocio, durante sus estudios, se informen científica y sólidamente en este ramo importante de la Teología católica, para lo cual no bastan los estudios ordinarios que se hacen en el curso de Teología; pues, si bien allí se encuentran las bases y fundamentos de la Misionología, se hallan aislados y sin trabazón, de manera que el alumno no puede for– marse una idea cabal, ni aproximada siquiera, de lo que es la Misionología. Para esto es necesario formar con esos principios teológicos y con otros, sacados de la experiencia, una ciencia, una asignatura aparte, independiente, para cuyo estudio, tanto el alumno como el profesor, necesitan

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