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DE SACRIFICIO 377 circunferentes (1). Si quis vult venire post me abn~get semetipsum, tollat crucem snam et sequatur me (2). El mi– sionero necesita gran dosis de abnegación y sacrificio para dejar parientes y patria, marchar a lejanas tie– rras, hacer penosos viajes, vencer las dificultades de la lengua, del clima, de los alimentos, de las costumbres... Padecer hambre, sed, cansancio, persecuciones y a veces hast2. la muerte. Exponerse con frecuencia al peligro de los antropófagos, de las fieras, de los elementos, de las enfermedades, etc. Y todo sin que tenga más testigos que el secreto de su conciencia, el silencio de la selva, el Ang d de la guarda que le guía y le sonríe, y Dios que escribe .el gran premio en el libro de la vida. Además de estos sufrimientos, se encontrará muchas veces con la obstinación de los paganos, las contradicciones de los hombres, las traiciones de los herejes, la inconstan– cia y deserciones de los nuevos cristianos, la infecundidad de sus trabajos, etc. que le haga exclamar con S. Jerónimo: Vere dura Evangelistarum conditio r Pero el misionero celo– so y valiente dirá también con David: Dominus illuminatio mea et salus mea. Quem timebo ? Dominus protector vitae mae, a qua trepidaba? (3). Y renacida la esperanza en su cora– zón atribulado, sentirá la fortaleza del Señor que le impul– sará a decir: Omnia possum in eo qui me confortat (4). No será coronado sino el que luchare legítimamente hasta el fin; y la victoria final será la del misionero de Cristo Redentor. «Hoc ecclesiae propium est, ut tune vincat cum laeditur. tune intelligat cum arguitur; tune obtineat cum drnuitur; dum vexatur, floret; dum opprimitur, crescit, dum cor:tc-mnitur, proficit; tune stat, cum superari videtur» (~). (1) II Cor. IV, 10. (2) Matth. XVI, 24. (3) Psal. XXVI, I. (4) Phil. IV, 13. (5) S. }ERONJMO, De Trin., lib. 14.
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