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LA ORACION y LITURGIA 373 Es sumamente censurable la práctica de administrar este Sacramento a última hora, cuando los enfermos están destituídos de los sentidos. Es preferible adelantarse algo, en tiempo todavía oportuno, para que produzca sus efectos de recrear al enfermo, fortalecerle contra las tenta– ciones y sanarle, si le conviene. Aunque directamente y per se es sacramento de vivos; sin embargo, per accidens, también es de muertos; por cuyo motivo conviene adminis– trarlo. cuando el recipiente conserva su conocimiento y excitarle al arrepentimiento de sus pecados. Admitidas hoy, según los principios de la ciencia, las muertes aparentes y confirmadas por la experiencia de muchos casos, e ignorándose el momento preciso de la separación del alma del cuerpo, es de obligación admi– nistrarlo, por lo menos sub conditione, cuando en los re– cientemente muertos no existen todavía ciertas y evidentes señales de la muerte verdadera y real. Los misioneros, principalmente si son Párrocos, lle– varán con orden los libros de bautismo, confirmación. matrimonio, defunciones, etc., para todos los efectos canó– nicos y formar de vez en cuando las estadísticas misionales, testimonios fehacientes de los progresos de una Misión. § III. La Oración y la Liturgia 262. l.º La Oración. -Ni el que planta ni el que riega es algo; sino Dios que da el incremento, dijo el Apóstol. Pero Dios de ordinario no hace crecer la semilla, si no es regada por medio de la oración. Para que se plante, se extienda y arraigue por todo el mundo, es necesario cla– m..r todos los días: Adven'iat regnum tuum. La oración

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