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DE LOS SACRAMENTOS 371 algunas tendencias innatas de los indios y recién converti– dos, reclaman una atención especial. Mucha paciencia y clemencia necesitarán los misioneros con la natural fra– gilidad e inconstancia de los naturales; pero deben tener en cuenta que donde abunda el delito también sobrebun– dará la gracia y la misericordia del Señor. Esa misma in– constancia será motivo más para que exhorten a la frecuente confesión, fuente de fortaleza y de vigor espiritual. El Cardenal Franzelin, teólogo profundo, solía decir que si él hubiera sido predicador o misionero, su tema más favorito sería hablar sobre la contrición perfecta. Y no hay duda que muchos cristianos permenecen la mayor parte de su vida en pecado mortal, sin merecer para la vida eterna y expuestos continuamente a peligro de eterna condenación, por no hacer actos de contrición per– fecta. Esto es igualmente aplicable a los cristianos que viven en países de misión, y quizá con mayor motivo, pues no se les ofrece de ordinario tanta facilidad de tener sacerdotes a su disposición para confesarse, y sería trist? que, privados de la gracia por el pecado mortal, y n,.J pudiendo recobrarla por la confesión, perdieran el mhito de todas sus buenas obras, a causa de desconocer est.?. medio tan eficaz para recobrar la gracia santificante. 259. 5.º Mafrimonio.--El contrato natural matrimonial fué elevado a Sacramento por Jesucristo, adornado con las propiedades de unidad e indisolubilidad. Quizá en muchas regiones el misionero tendrá que luchar contra el concu– binato, la poligamia, el divorcio y otros vicios que se opo– net1 al matrimonio cristiano; por eso mismo le será más necesario instruir acerca de su naturaleza, su dignidad, sus propiedades, sus ventajas individuales, familiares y sociales, En la Encíclica de León XIII (1) Arcanum y de Pío XI (1) León XIII, 10 de febrero de 1880.
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