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CLASES DE PREDICACION 367 normas pontificias; buscando, más que la retórica y el buen decir, la edificación y fruto de los fieles. Las homi– lías y puntos doctrinales deben tener la preferencia, pro– curando dar a conocer a Cristo y su doctrina (1). Cuando, el auditorio es de fieles solamente se podrá permitir una santa libertad y confianza; pero si es mixto, compuesto de fieles, herejes e infieles, de auditorio hostil, etc. es de absoluta necesidad usar la mayor prudencia posible en las palabras y en la exposición, para que no padezca detri– mento la palabra de Dios. Nunca se debe demostrar des– precio por las religiones ajenas ni ridiculizar sus dioses; porque el desprecio no es argumento, y sólo consigue alejar las personas. Más se conseguirá por la demostra– ción clara de la verdad, por la evidencia de los argu– mentos que convencen, pero no irritan. El buen misionero arroja la semilla y una semilla, si cae en buen terreno, fructificará a su debido tiempo. La semilla es la eficacia de la palabra de D10s : Semen est verbum Dei. d) Tratándose de un auditorio sectario, ,doctrinal, instruído, etc. podrá usarse con cautela y suma prudencia de las conferencias apologéticas, las cuales deben ser bien preparadas, pronunciadas por hombres competentes, de solvencia científica, que puedan exponer con dignidad las cuestiones y resolver, en caso necesario, las objeciones de los adversarios (2). (1) Illa prima ac praecipua cura esse debet ministri Evangelii, gentilibus Christum annuntiet, cum sit nullum aliud nomen sub coelo datum hominibus ad salutem consequendam. Neque vero potest quis– quam aliud fundamentum ponere, neque est aliud ostium neque vía alía ad vitam aeternam... Haec ergo prima et maxíma Evangelící ca– techístae praeceptio sit, ut Neophytus Chrístum teneat et memoria ar ínteligentía menteque tata, quantum capax est, capíat... AcosTA, De prc•curanda Indorum salute, l. 5, 439. (2) V. Sinodo de N agasaki, 1890, Acta et Decreta, 108.
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