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FoRMACION DEL CLERO lNDIGENA 357 242. formación.-Es doloroso-escribe Benedicto XV-– que haya países, en los que hace ya muchos siglos que fué propagada la fé católica, y en donde no se encuentra clero indígena, si no es de mala nota: es doloroso igual– mente que haya pueblos iluminados hace tiempo con la luz del Evangelio, que de la barbarie se elevaron a tan alto grado de civilización que tienen hombres eminentes en to– da la variedad de artes civiles, y sin embargo, embestidos hace ya muchos siglos por la saludable virtud del Evange– lio y de la Iglesia, no han podido producir todavía ni Obis– pos que los rijan, ni sacerdotes, cuya doctrina se con– quiste el acatamiento de sus conciudadanos (1). No hay duda que muchos son los obstáculos que puede haber, pero no es menos cierto que ha habido abandono en fo– mentar las vocaciones y ligereza en la formación de los candidatos. En cuanto a su formación, Pío XL en la Encíclica Rerum Ecclesiae, ha dado normas sapientísimas, cuyo cumplimiento es suficiente para formar dignos y exce– lentes sacerdotes. Entre otras cosas dice: «Que se alisten en tal abundancia que pueda atenderse a la dilatación de la fé, el régimen de Diócesis y de Parroquias; que cuantos están al frente de las Misiones procuren imitar a aquellos que han eregido Seminarios Centrales; que •infundan en los aspirantes la santidad, el espíritu de apostolado y el deseo de la salvación de sus compatriotas; que los instruyan profundamente en las Ciencias Sagra- das y profanas; porque los indígenas no son de inferior condición, sino de suficiente ingenio para alcanzarlas; que pertenecen al mismo sacerdocio y apostolado y nin– guna diferencia debe existir entre los misioneros europeos y los indígenas, ningún término de separación, antes (1) Maximum illud, l. c.

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